Por Francis Frangipane
Lo que yo he llegado a creer respecto a la gloria del Señor y su manifestación en la iglesia está respaldado por muchas escrituras. Más fue, a través de una visión durante de la noche en 1971 que el Espíritu Santo me revelo las horas finales de esta era.
En este encuentro espiritual, vi una gran metrópolis languideciendo bajo el peso de profundas y terribles tinieblas. Grabado sobre los rostros de aquellos en esta desdichada sociedad estaba la imagen de la desesperanza. El lugar estaba desolado y sin vida real, y el tiempo para una recuperación parecía haberse pasado.
Yo estaba con un grupo fuera de la ciudad. Nosotros no éramos parte de las tinieblas, sino que habíamos sido “bautizados” en una gloriosa y poderosa luz. Yo experimente realmente el poder de este resplandor vivo levantándose desde mi ser interior. Nos recorrió pasando a través de nuestras manos como torrentes de rayos laser; un visible esplendor brilló desde nuestros cuerpos, especialmente en nuestros rostros.