Por Francis Frangipane
Hoy en día, multitud de cristianos
“creyentes de la Biblia" no se detienen antes desahogar su ira y
amargura contra os Estados Unidos de Norteamérica y sus pecados. Es
comprensible, ha habido mucho por qué llorar. Debemos estar
profundamente perturbados, como Lot, con la "conducta de hombres sin
principios morales" (2 Pedro 2: 7). Si no tomamos acción ungida, debemos
como mínimo ser movidos al llanto y a la oración.
Sin embargo,
en el momento en que pensamos que nuestra guerra es "contra carne y
sangre", o comenzamos a pedir la ira divina contra las personas, nos
salimos de la voluntad de Dios. De hecho, cuando los discípulos de Jesús
pidieron que cayera fuego sobre los samaritanos, Él claramente les
dijo: "Vosotros no sabéis de qué espíritu sois" (Lucas 9:55).
Éste es exactamente nuestro problema: la gente de la iglesia no conoce la diferencia entre un espíritu crítico y el Espíritu de Cristo, el Redentor. De hecho, no somos enviados como profetas del Antiguo Testamento, clamando fuego y juicio sobre los pecadores.
Aunque
Estados Unidos es culpable de muchos pecados, sólo Uno es digno de
desatar los sellos y abrir el libro de la ira de Dios: el Cordero de
pie, como inmolado ante el trono de Dios (ver Apocalipsis 5). Hasta que
Él abra el libro, debemos orar pidiendo misericordia; sino hasta que
lleguemos a ser como el cordero, nuestro juicio está equivocado.
Esto
no significa que debemos minimizar el desenfreno que se ha extendido a
través de nuestra sociedad. El pecado no puede pasarse por alto o
ignorarse. Sin embargo, precisamente porque el pecado es completamente
vil, es que debemos estar delante de Dios en intercesión.
La vida de Cristo
La
intercesión es la esencia de la vida de Cristo. De hecho, nuestro Padre
celestial contempló la depravación del pecado de la humanidad. No lo
disculpó. Lo examinó cuidadosamente y luego envió a Su Hijo en forma de
hombre y Él murió por ello. Él nos llama a modelar nuestras vidas de
acuerdo con la de Él. Vea usted, no minimizamos el pecado cuando
maximizamos la misericordia de Cristo. No estamos blanqueando el pecado;
lo estamos lavando en la sangre.
Santiago nos dice: "La
misericordia triunfa sobre el juicio" (Santiago 2:13). Vivir una vida de
misericordia se ajusta perfectamente al corazón de Dios. La
misericordia cumple de manera precisa el propósito divino: transformar
al hombre en la imagen del Redentor.
Durante toda su vida, Jesús
se acercó a las personas rechazadas. Amó a aquellos a quienes otros
despreciaban y excluían. Sin embargo, su práctica de cenar con pecadores
ofendió a los fariseos, y ellos confrontaron a los discípulos de Jesús:
"¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?” (Mateo
9:11).
Cuando Jesús escuchó la pregunta, respondió: "Los que
están sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos.
Mas id, y aprended lo que significa: “Misericordia quiero y no
sacrificio”; porque no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores."(Mateo 9: 12-13).
Él les dijo a los justos en sí
mismos que fuesen y aprendiesen lo que Dios quiso decir cuando dijo: "Yo
deseo compasión (misericordia), y no sacrificio". Una religión sin amor
es abominación a Dios.
La casa de oración
Jesús dijo
que la casa de su Padre sería una "casa de oración para todas las
naciones" (Marcos 11:17). La verdadera oración nace del amor y surge en medio
del pecado y de la necesidad. No viene a condenar, sino a cubrir. Todas
las naciones pecan. Todas las culturas tienen crisis. Sin embargo,
estos tiempos pueden convertirse en puntos de inflexión si, en el tiempo
de la angustia, los intercesores claman a Dios por misericordia. Así,
la oración trae redención al desastre.
La iglesia es creada, no
para cumplir la ira de Dios, sino para completar Su misericordia.
Recuerde, estamos llamados a ser una casa de oración para todas las naciones. Considere esta frase apasionadamente: "oración por".
Jesús enseñó, "ora por" los que te persiguen y te maltratan. Pablo nos
dice que Dios desea que todos los hombres sean salvos. Por lo tanto, él
insta a que " súplicas y oraciones... sean hechas por todos los hombres,
por los reyes y por todos los que están en autoridad" (1 Timoteo 2:
1-2). Cuando Job "oró por” sus amigos, Dios lo restauró completamente
(Job 42). Debemos "orar por la paz de Jerusalén" (Salmo 122: 6) y "orar”
los unos “por” los otros, para que seamos sanados (Santiago 5:16).
"Pero,"
argumenta usted, "Estados Unidos es una manifestación moderna de la
antigua Babilonia". No estoy de acuerdo. Pero aun cuando lo fuese,
cuando el Señor exilió a Israel a Babilonia, Él dijo: " buscad el
bienestar de la ciudad adonde os he desterrado, y rogad al Señor por
ella; porque en su bienestar tendréis bienestar " (Jeremías 29: 7).
Una y otra vez el mandamiento es orar por,
no en contra; no vindicativamente, sino misericordiosamente; no
condenando, sino compasivamente, apelando a Dios para que traiga perdón y
redención. El problema es que demasiados cristianos se han convertido
en discípulos de los medios de comunicación en lugar de seguidores de
Jesucristo. Creemos que conformarnos a nuestro partido político es lo
mismo que alcanzar los estándares de Dios. No lo es.
Estudie Isaías 53. Revela en maravilloso detalle la naturaleza del Salvador: Cristo se contó con pecadores.
Él intercedió por los transgresores. Él está "con" nosotros y "por"
nosotros, aun cuando deba revelarnos nuestra iniquidad.
Pero el
mundo ve una iglesia con piedras en sus manos buscando adúlteros y
pecadores. Nos hemos convertido en la "iglesia de los cristianos
enojados". En el drama que hoy en día está teniendo lugar en los Estados
Unidos de Norteamérica, no hemos estado desempeñando el papel de
Cristo, sino más bien la parte de los fariseos. Dejemos caer las piedras
de nuestras manos, levantémoslas luego, sin ira, en oración a Dios (1
Timoteo 2: 8).
Oración por los líderes
Dios no nos
quiere dictando juicio; Él nos quiere en oración. Tan instintivamente
como juzgamos a la gente, debemos en su lugar, orar por ellos. Hoy en
día, muchos cristianos están enojados con las autoridades electas.
Decimos que nuestra ira es una " indignación justa". ¿En serio? Jesús
expresó "justa indignación" por, tal vez, de tres a cuatro horas durante
Su ministerio. Una vez fue por la dureza del corazón de la gente, y las
otras dos veces en el templo cuando la casa del Padre fue usada para
otra cosa que no era la oración redentora (Marcos 11:17). ¿Cuánto tiempo
ha durado su enojo? ¿Está seguro de que su amor no se ha enfriado?
¿Está seguro de que no está buscando justificar una raíz de amargura?
"Bueno,"
algunos argumentan, "nuestros líderes han pecado". Cuando Pablo llamó a
orar por los reyes en 1 Timoteo 2, Nerón era emperador de Roma. Nerón
fue uno de los hombres más corruptos que jamás haya vivido. No tenía un
"asunto secreto", tenía orgías públicas. Por la noche iluminaba sus
banquetes con antorchas vivas -- cristianos, que eran asfaltados y luego
incendiados en postes ¡mientras Nerón y sus huéspedes cenaban! Sin
embargo, Pablo escribió: "Orad por los reyes y por todos los que están
en autoridad".
Algunos pueden malinterpretar mis palabras,
suponiendo que creo que no hay nada malo en la Casa Blanca o en nuestra
sociedad. Mi preocupación no es tanto por la Casa Blanca como ¡por la
casa del Señor! Si no estamos orando por los líderes, lo menos que
podemos hacer es dejar de maldecirlos. Como escrito está: "No hablarás
mal de… las autoridades de tu pueblo" (Hechos 23: 5). La casa del Padre
es una casa de oración por los reyes y todos los que están en autoridad.
Debe convertirse también en una fuente de oración redentora por los
líderes imperfectos que pecan.
Puedo entender la razón de enojo
con los líderes al pensar que no están haciendo su trabajo. Pero al no
orar por ellos, nosotros no estamos haciendo nuestro trabajo. Cuando
usted clama a Dios que juzgue a los Estados Unidos de Norteamérica,
cuando el juicio llegue, recuerde que comienza "con la casa de Dios" (1
Pedro 4:17). ¡Orar por el juicio de Dios sobre Norteamérica por sus
pecados, en realidad inicia el juicio sobre la iglesia por sus pecados!
Él dice: " el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado
misericordia; la misericordia triunfa sobre el juicio." (Santiago 2:13).
Adaptado del libro de Francis Frangipane, America at the Threshold of Destiny.
No disponible en español, este libro fue publicado en 1999; no ha sido
actualizado y está fuera de impresión. Varios capítulos se han
actualizado e incluido en The Power of One Christlike Life – tampoco disponible en español – Algunas copias –en inglés – disponibles aun en Arrow Bookstore www.arrowbookstore.com.