Una palabra para las mujeres de Dios

Por Francis Frangipane

Las oraciones de mi madre
Conozco en forma personal el poder de las oraciones de una mujer: las de mi madre. Al final de la década de los sesenta, yo era un joven perdido que vivía en pecado y rebeldía. A juzgar por mi apariencia, era un caso perdido. Pero a pesar de las apariencias externas, mi amada madre católica se presentaba delante de Dios por mí. Yo me resistí, y a pesar de mi pecado, poder divino fue soltado a mi corazón a través de las oraciones de mi madre. El llamado de Dios comenzó a acorralarme. El clamor de mi madre  fue incesante e implacable; con frecuencia oraba por mí toda la noche. Estaba embarazada de oraciones por su hijo. En el año 1970 Dios finalmente le respondió, y durante el despertar del Movimiento de Jesús, vine a Cristo.

Años más tarde le pregunte al Señor por este avivamiento. Como usted sabrá, ha sido parte de mi misión ayudar a engendrar unidad y establecer movimientos de oración en las ciudades, cosas que siempre preceden a un avivamiento. Pero, hasta donde sabia, no había ninguna u oración que haya encendido el “Movimiento de Jesús”.
Entonces le pregunte al Señor como podía ser que un avivamiento ocurriese sin un movimiento de oración que lo originara. El Señor enseguida me rectifico diciéndome que había habido un inmenso poder de oración: Él había oído las oraciones de un millón de madres; cada una de ellas clamaba por su propio hijo.

De todas las denominaciones, en una “unidad de desesperación”, Dios oyó el clamor de esas madres creyentes. Su Corazón fue tocado, y como resultado, multitudes de jóvenes pecadores encontraron arrepentimiento y salvación en Jesús. Ese es el ejercito que Dios desea lanzar nuevamente hoy, pero ahora con mayor visión, mayor poder del Espíritu Santo ¡y con el apoyo de los hombres también!

Mujeres de Dios: el hecho es que ¡el cielo las necesita! Han sido creadas por el Todopoderoso para dar a luz la Victoria en el planeta Tierra. Dios las ha diseñado singularmente con una habilidad latente de liberar la vida a través de su intercesión. Junto con ustedes, nosotros los hombres podemos edificar y establecer, y estamos aprendiendo a orar, pero ustedes tienen un don único y especial para soltar nuevos comienzos. Sea que el centro de su oración sean sus esposos o el liderazgo de la iglesia, sus hijos, su ciudad o su nación, ustedes poseen en su espíritu la semilla que puede ser liberada con la oración para traer vida a este mundo.

Si, ciertamente hay una batalla, todavía existe “enemistad entre ti [la serpiente] y la mujer” (Gen 3:15). Satanás las odia especialmente, porque fue su simiente la que lo golpeo en la cabeza. Me sorprende que Dios haya elegido traer su Hijo al mundo, no a través de los cielos ni a través de una mujer embarazada por un hombre, ¡sino a través de una mujer que ha concebido de Dios! ¡Dios mismo vino a la Tierra a través del poder de una mujer de dar a luz!

Hoy el Señor está dando a las mujeres una nueva gracia, una nueva seguridad contra los poderes del infierno. Por la intercesión, esas mujeres santas darán a luz poderosos ministerios sobre la Tierra, tanto femeninos como masculinos. Lanzaran nuevos comienzos para el Cuerpo de Cristo.

También quiero alabar y personalmente agradecer a las muchas mujeres que componen ministerios y grupos de oración que han estado en la brecha conmigo, intercediendo por mi vida, mi familia y mi ministerio. Ha habido muchas, muchas veces en que he experimentado una protección divina repentina, o una victoria inesperada. Cuando le he preguntado al Señor por esto, Él me dijo: “Estoy contestando las oraciones de las mujeres de tal o cual ministerio -. A cada una de ustedes le debo un agradecimiento especial. ¡Que el Señor multiplique sus dones hacia ustedes y les conceda los deseos de su Corazón!

Finalmente, Apocalipsis 12 también habla de una “mujer vestida del sol”. Este pasaje no habla solo de Israel o de la Iglesia. También revela como Dios ve espiritualmente a las mujeres: ellas son honradas y coronadas con distinción; puras y vestidas con la Gloria de Dios. Con confianza, ellas aplastan los poderes de la oscuridad. Querido ejercito de mujeres de oración, es su destino inherente dar a luz lo que gobernara a las naciones.