tag:blogger.com,1999:blog-73063621462633535172024-03-26T13:02:00.163-05:00Francis Frangipane Spanish Messagesfrangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comBlogger8125tag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-16032256362805189632024-03-22T10:00:00.001-05:002024-03-26T08:11:40.746-05:00La misión del cielo<p>Por Francis Frangipane<br /> <br />Todas las grandes empresas tienen una visión o una o misión corporativa. Esa misión define el propósito principal y la dirección de una corporación, qué servicios o productos ofrece y quién probablemente estaría interesado en su organización. De la misma manera, cuando Jesús comenzó Su ministerio, emitió una especie de "misión" que explicaba la naturaleza de los negocios de Su Padre. Él dijo:<br /><br />"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año favorable del Señor" (Lucas 4:18-19).<br /><br />Liberar el corazón humano de la opresión y el encarcelamiento espiritual es la misión del Hijo de Dios. Cuando Jesús declaró que "en los negocios de [su] Padre debía ocuparse", ese negocio específico es proporcionar redención a los perdidos y libertad a los encarcelados.<br /><br />Dices: "Quiero servir a Dios, pero soy esclavo del pecado. Soy cautivo de la culpa, la vergüenza y la condenación". Bien, en ese caso, usted califica muy bien. Eres justo el tipo de persona que el cielo está buscando. Incluso cuando estamos encadenados y atrapados en nuestros fracasos, prisioneros de demonios demasiado fuertes para nosotros, Cristo no nos rechaza. Él no viene a condenar ni castigar, sino a liberarnos.<br /><br />Quizás seas alguien que nunca ha conocido a Dios. Hoy te encuentras atrapado en adicciones y miedos que superan tu capacidad de resistir. Sin embargo, según la misión del cielo, eres exactamente el tipo de persona que Cristo vino a buscar.<br /><br />O bien, podrías ser un pastor, conocedor de las Escrituras, sirviendo en el ministerio profesional durante más de 50 años, pero no te amas a ti mismo. Puedes citar la Biblia, pero interiormente estás atormentado por tus defectos personales. Deseas desesperadamente recuperar tu salud espiritual, pero no sabes por dónde empezar, porque te sientes muerto por dentro.<br /><br />Si te sientes aprisionado interiormente, recuerda, Jesucristo vino a liberar a los cautivos. ¡Este mensaje está en tus manos y lo estás leyendo porque Cristo te ama y ha venido a rescatarte! Puede que no lo sientas, pero los ángeles de Dios han estado librando una guerra contra el diablo por tu alma. ¡De hecho, Cristo mismo ha derrotado al enemigo en tu nombre!<br /><br />"¿Quién arrebatará de manos de un varón fuerte su presa? ¿Quién podrá exigirle al tirano que deje ir a sus cautivos? 25 Pero el Señor dice: Hasta los cautivos del más poderoso y terrible tirano serán liberados, porque yo combatiré a quienes los combaten y salvaré a sus hijos. Isaías 49:24-25.<br /><br />Dios desea plenitud y sanidad para nuestras almas, incluso promete combatir con quienes combatan contra nosotros. Nuestros enemigos pueden ser demasiado fuertes para nosotros, pero no para Dios. El Todopoderoso está de nuestro lado; Él continuará luchando contra nuestros opresores hasta que seamos libres de las garras del infierno sobre nuestras vidas. Sí, el Espíritu Santo nos corrige y disciplina a lo largo del camino, pero lo hace para transformar nuestros corazones y eliminar nuestra vulnerabilidad a los ataques de Satanás. Nuestro rescate está en el centro del corazón de Dios.<br /> <br /><b>Los desesperados encuentran ayuda</b><br />Dentro de las múltiples maneras en que Dios se revela a través de Cristo, recuerda esta única verdad: "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3:8). La guerra no es entre tú y Dios, sino entre Dios y el diablo.<br /><br />Versículo tras versículo, Jesús deja claro que vino para sanar y redimir los escombros causados por Satanás sobre la humanidad. Recuerde, Jesús dijo de sí mismo que vino "a buscar y salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10); Él nos asegura: "No he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo" (Juan 12:47). De hecho, Él dice que su principal campo misionero no son los justos, sino los pecadores" (Lucas 5:32).<br /><br />Es una verdad asombrosa: <i>el Hijo de Dios busca salvar a las mismas personas que la mayoría de los cristianos buscan evitar.</i><br /><br />Los que ocupan un lugar más alto en la agenda de Dios suelen ser los que están más abajo en la sociedad: personas esclavizadas por el pecado y sus consecuencias. En verdad, Él busca a los desesperados, independientemente de su estatus exterior en la vida. La misión del cielo es encontrar a estas personas, liberarlas del pecado y del temor, y luego derramar en ellas el corazón mismo del Salvador. La misión del cielo es buscar y encontrar a los perdidos.<br /></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-82743910559111340222024-03-15T10:00:00.001-05:002024-03-15T10:00:00.132-05:00Dos cosas, tan solo dos cosas<p> Por Francis Frangipane<br /><br /><i>Existen tantas cosas que ocupan nuestras mentes, tantos libros, tantos ejemplos, y tantas buenas enseñanzas que merecen nuestra atención, que dicen: “Aquí hay una verdad.” Pero mientras he servido al Señor en estos años pasados el me ha guiado a buscar dos cosas, tan solo dos cosas: Conocer el Corazón de Dios en Cristo, y conocer mi propio Corazón a la luz de Cristo.</i><br /><br /><b>Conociendo el corazón de Dios</b><br />He estado procurando conocer a Dios, escudriñando para conocerlo y conocer la profundidad de su amor hacia su pueblo. Yo quiero conocer el Corazón de Cristo y la compasión que lo motiva. Las Escrituras lo dicen claramente: Jesús amaba a la gente. El evangelio de Marcos nos cuenta que después de que enseno y sano a multitud de enfermos, la gente tuvo hambre. Cristo en su compasión la vio como “ovejas que no tenían pastor” (Mateo 6:34). Para el no fue suficiente ensenarles y sanarlos. Se hizo personalmente cargo de las necesidades de cada uno. Tanto el bienestar físico, como su alimento eran importantes para Él.<span></span></p><a name='more'></a><br />Un chico con cinco panes y dos peces proveyó lo suficiente para que Jesús obrara otro milagro, pero este milagro tenía que ser realizado por el cuerpo dispuesto cansado de Cristo. Considere: Cristo había llevado a Sus discípulos a un lugar aparte a descansar; “Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Marcos 6:31). <br /><br />Considere: Jesús mismo había ido allí a orar y para ser fortalecido. Porque Su precursor, Juan el Bautista, había sido decapitado esa misma semana a manos de Herodes. Fue en ese estado, cuando Jesús estaba física y emocionalmente exhausto que alimento las multitudes — no en una o en dos ocasiones, sino una y otra vez. “Los iba dando [el pan y los pescados] para que se los sirvieran” (Marcos 6:41- Biblia de las Américas).<br /><br />Miles de hombres, mujeres y niños “todos comieron y se saciaron” (v. 42) ¡Oh, el Corazón de Jesús! El milagro fue para la gente, pero no leemos que hubiera hecho un milagro para Su sustento, excepto por la maravilla de un amor santo que continuamente levanto Sus manos cansadas con mas pan y mas peces. Desde su debilidad en aumento El repetidamente dio para que otros pudieran ser renovados.<br /><br />Por tanto, si mi búsqueda es conocerlo a El, debo reconocer esto sobre Él: Jesús ama a las personas — todas las personas, especialmente aquellos a quienes la sociedad ignora. Por consiguiente, yo debo conocer exactamente cuan lejos El iría por los hombres, porque esa es la misma distancia que El recorrerá nuevamente a través de mi. Ciertamente, debo yo conocer Sus pensamientos concernientes a la enfermedad, la pobreza y el sufrimiento humano. Como Su siervo, soy inútil para El a menos que sepa estas cosas. Si voy a hacer realmente Su voluntad, debo realmente conocer Su Corazón. Por lo tanto, en todos mis momentos de estudio y oración busco más que solo conocimiento; Estoy buscando el Corazón de Dios.<br /><br /><b>Conociendo nuestros propios corazones</b><br />Al mismo tiempo, cuando me acerco al Corazón de Dios, el fuego mismo de Su presencia comienza un profundo trabajo de depuración en mí. En la vastedad de Sus riquezas, mi pobreza se hace evidente. El salmista escribió, “¿Quien subirá al monte del Señor? ¿Y quién estará en Su lugar santo? El limpio de manos y puro de Corazón, el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño” (Salmo 24:3-4).<br /><br />No podemos si quiera encontrar el monte del Señor, mucho menos podemos ascender a el si hay engaño en nuestro corazón. ¿Como puede uno servir en el lugar santo de Dios sino tiene el alma limpia? Solo los puros de corazón perciben a Dios. Ascender hacia Dios es caminar en el horno de la verdad donde la falsedad es extraída de nuestras almas. Para habitar en el monte santo debemos morar en honestidad, aun cuando a veces parezca que una mentira nos puede salvar. Cada paso ascendente hacia el monte de Dios es un avance de nuestras almas a mayor transparencia, una más perfecta visión de las motivaciones que hay en nuestro corazón.<br /><br />Es este llamado de Dios a ascender el que buscamos. Aun así, nuestra alma interior esta como escondida, asediada por temores y tinieblas, viviendo en un mundo de irrealidades e ilusiones. Es este yo interior nuestro, el alma que Dios busca salvar. ¿Ha descubierto su verdadero yo, la persona interior a quien solo la verdad puede librar? Si, buscamos santidad, pero la santidad verdadera surge de aquí; viene cuando el Espíritu de Verdad revela los lugares ocultos en nuestros corazones. Ciertamente, es la plenitud de la verdad la que nos lleva a la santidad.<br /><br />¡Dios nos conceda un celo por la verdad para que podamos habitar en Su lugar santo!<br /><br />En todas partes hay hombres que presumen conocer la “verdad”, pero no tienen ni santidad ni poder en sus vidas. La verdad tiene que llegar a ser más que doctrinas históricas; más que un museo de artefactos religiosos— o simplemente recuerdos del lugar y el tiempo en que Dios alguna vez obro. Conocer la verdad es conocer el Corazón de Dios tal como fue revelado en Cristo, y es conocer nuestros corazones a la luz de la gracia de Dios.<br /><br />Como miembros de la raza humana, estamos cubiertos por la ignorancia. Escasamente conocemos el mundo a nuestro alrededor; mucho menos podemos conocer la naturaleza de nuestras propias almas. Sin darnos cuenta, a medida que escudriñamos el Corazón de Dios, estamos explorando también el nuestro propio. Porque solo encontrándolo a El nos encontramos nosotros, porque estamos “en Él.”<br /><br />No obstante, a través de ese proceso de escudriñamiento y búsqueda, al exponer mi corazón ante Dios, un sentimiento de temor reverente me invade al hacer mía la oración del Rey David, “Examíname oh Dios y conoce mi Corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno "(Salmo 139:23-24).<br /><br />Desmaquillemos nuestras almas y miremos la realidad de nuestros corazones. Yo se que Dios nos ha creado eternamente completes y perfectos en Cristo. Yo lo creo así. Pero en los tres primeros capítulos de Apocalipsis que le fueron revelados a Juan, Jesús no dice a la iglesia que eran “perfectas a Sus ojos.” ¡No! El les revelo su verdadera condición; les señalo sus pecados. Sin ninguna concesión, les demanda que sean vencedores, cada uno en su difícil y singular circunstancia.<br /><br />Como ellos, nosotros también debemos conocer nuestra necesidad. Como en su caso, las almas que queremos salvar habitan aquí en un tiempo real, en un sistema mundial estructurado sobre las mentiras, las ilusiones y la corrupción desenfrenada. Nuestra vieja naturaleza es como los zapatos viejos a los que estamos acostumbrados y con los cuales nos sentimos cómodos y descansados; podemos empezar a actuar carnalmente aun sin darnos cuenta de ello. ¡Los enemigos que nos derrotan están latentes y escondidos en nuestro en interior! Así, ¡el Espíritu Santo debe descubrir y exponer a nuestros adversarios antes que podamos conquistarlos!<br /><br />El profeta Jeremías escribió en relación a la naturaleza del hombre,<br />“Engañoso es el Corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quien lo conocerá?” (Jeremías 17:9). En otras de las oraciones del rey David encontramos un clamor similar: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a Tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mi; entonces seré integro y estaré limpio de gran rebelión” (Salmo 19:12-13).<br /><br />Puede haber en nosotros errores que aun sin darnos cuenta, nos están en realidad dominando. Por ejemplo, ¿nos damos cuenta que cuantas de nuestras acciones son manipuladas por la vanidad y el deseo de ser vistos o aceptados por los demás? ¿Somos conscientes de los temores y desconfianzas que inconscientemente influencias tantas de nuestras decisiones? Podemos tener serios defectos en nuestro interior y todavía ser demasiado orgullosos o inseguros para admitir que necesitamos ayuda.<br /><br />Con respecto a nosotros, ¡tenemos un concepto muy alto de algo que muy poco conocemos!<br /><br />Aun en lo externo, aunque conocemos nuestra pose fotográfica, ¿sabemos cómo lucimos cuando reímos, cuando lloramos, cuando comemos o dormimos, cuando hablamos o cuando estamos enojados? ¡El hecho es que la mayoría de nosotros ignora como es nuestra apariencia exterior para los demás; con mayor razón desconocemos como somos interiormente ante Dios! Automáticamente nuestra forma de pensar, afectada por el pecado cuando el hombre cayó en el Edén, justifica nuestras acciones y racionaliza nuestros pensamientos. Sin el Espíritu Santo estamos casi indefensos ante nuestras innatas y propias tendencias hacia el auto- engaño.<br /><br />Por lo tanto, si hemos de ser santos, debemos renunciar primero a la falsedad. Habiendo sido justificados por fe y lavados en la sangre sacrificial de Cristo, la luz de la gracia de Dios, no necesitamos pretender que somos justos. Solo es necesario que seamos verdaderos.<br /><br />No hay ninguna condenación ni castigo para nuestra honestidad de Corazón. Solamente tenemos que arrepentirnos y confesar nuestros pecados para que ellos nos sean perdonados y limpiados; si vamos a amar la verdad, debemos ser librados del pecado y el auto-engaño. Ciertamente, necesitamos conocer dos cosas y tan solo dos cosas: el Corazón de Dios en Cristo y nuestros propios corazones a la luz de Cristo.<br /><br />El mensaje que antecede fue adaptado del libro del Pastor Francis<i> La Santidad, La Verdad y La Presencia de Dios</i> – versión en inglés - Publicado en español por Editorial Desafío. <br /><p></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-26243637166287540252024-03-08T10:00:00.001-06:002024-03-09T13:11:20.566-06:00Caminando en vida eterna<p>Por Francis Frangipane<br /><br />La gente del tiempo del fin de Dios "terminará el tiempo". Lo que quiero decir es que, a medida que nos acercamos al fin de la era, aprenderemos cada vez más a caminar en la vida eterna, permaneciendo por encima de los límites, las limitaciones y las presiones del reino del tiempo. Veremos lo que viene y lo evitaremos o lo anunciaremos, pero no estaremos limitados por ello.<br /><br />Jesús enseñó que quienes vienen a Él "tienen vida eterna" (Juan 3:16). Ahora mismo tenemos vida eterna en nuestro espíritu. Sin embargo, ¿cómo accedemos al lugar eterno de la presencia de Dios? Ésta es una cuestión seria, porque nos hemos vuelto más "conscientes del tiempo" que "conscientes de Dios". Horarios, reuniones, citas y plazos alimentan nuestras ansiedades y nos obligan a vivir horizontalmente, en lugar de verticalmente, en la presencia de Dios.<br /><br />El Señor busca librarnos de la ansiedad, pero eso sólo puede suceder si realmente aprendemos a caminar en el Espíritu Santo. La triste realidad es que la mayoría de los cristianos no pasan tiempo con el Espíritu Santo. Oramos, incluso invocando al Señor, pero pocos son los que han cultivado la apertura momento a momento al Espíritu de Dios.<br /><br />"Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga, y les hará saber las cosas que habrán de venir." (Juan 16:13).<br /><br />El Espíritu Santo "nos guiará... hablará... y revelará" lo que de otro modo nunca podríamos saber ni alcanzar. Guiar, hablar y revelar son formas de comunicación. Claramente, el Padre envió al Espíritu Santo para hablarnos.<br /><br />El Espíritu Santo es el Espíritu de verdad. Hay problemas en nuestros corazones que sólo el Espíritu Santo puede revelar y eliminar. Escúchenlo, como Cristo, Él no viene a condenar sino a salvar. Su voz es la Salvación que nos habla.<br /><br />Jeremías dijo que el corazón es más engañoso que todas las cosas. No podemos conocernos objetivamente a nosotros mismos. Sin embargo, el Espíritu Santo, que es el Espíritu de verdad, ve y comprende nuestros caminos. Confía en Él, quien no puede dejarse engañar. De hecho, los antiguos griegos usaban la misma palabra para verdad que para "realidad". Por tanto, podríamos decir con precisión que el Espíritu Santo es el "Espíritu de realidad". Nos muestra la realidad de nuestra necesidad y la realidad de la respuesta de Dios. Escucharlo es escuchar la voz de la vida eterna.<br /><br />Jesús vivió continuamente en unión con el Espíritu Santo. Los milagros que realizó se produjeron mediante el poder del Espíritu Santo. A través del Espíritu vio las cosas que el Padre estaba haciendo; Escuchó las palabras que el Padre estaba hablando. Cada estrategia que se nos ocurra palidece en comparación con ver a Dios y hacer lo que Dios hace, escuchar a Dios y decir lo que Dios dice. Verá, Jesús vivió en la dimensión del tiempo, pero no estaba limitado por ella. Su conciencia siempre estuvo consciente del reino eterno.<br /><br />Ni siquiera la urgente noticia de la enfermedad de Lázaro hizo que Jesús se moviera ansiosamente. Por muy justo que pareciera correr en ayuda de Lázaro, Jesús era consciente de otra realidad. Estaba consciente del Padre celestial. Como sabía que el Padre estaba a punto de resucitar a Lázaro de entre los muertos, vivió sin angustiarse ni dejarse llevar por pensamientos o presiones ansiosas.<br /><br />Oh, cuánto necesitamos caminar en el Espíritu hoy. ¡En cada situación, estaríamos conscientes de la participación de Dios en nuestras vidas!<br /><br />" Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, ni son sus caminos mis caminos. 9 Así como los cielos son más altos que la tierra, también mis caminos y mis pensamientos son más altos que los caminos y pensamientos de ustedes." (Isaías 55:8-9).<br /><br />Dios tiene un sistema de pensamientos y caminos que están totalmente en otro plano, ¡sin embargo, nos invita a permanecer con Él!<br /><br />Amados, no somos simples seres humanos. Cada uno de nosotros somos un templo para el Espíritu Santo, pero debemos cultivar un corazón que escucha si queremos hacer las cosas que Dios está haciendo. Un cristiano no es simplemente alguien que vive una vida natural, esperando que Dios lo bendiga. No, Dios tiene más para nosotros que eso. Jesús estableció el estándar y nos ha dado el Espíritu Santo para que podamos seguirlo.<br /><br /><b>¿Llenos del Espíritu?</b><br />Cuando nacemos de nuevo, comenzamos un viaje con el Espíritu Santo. El Espíritu nos da dones para ayudarnos a crecer. Nos bautiza en poder para aumentar nuestra eficacia. Todo esto es para guiarnos hasta que seamos realmente llenos del Espíritu Santo, donde pensemos y actuemos como Jesús.<br /><br />Muchos de nosotros pensamos que ya estamos llenos del Espíritu, pero no es así. Tenemos tres litros de nosotros mismos y un litro del Espíritu Santo, y creemos que tenemos un galón de Dios. Todavía hay demasiado autogobierno en nuestros corazones. En Estados Unidos, algunos pastores se identifican como llenos del Espíritu y dicen que pastorean iglesias llenas del Espíritu. Para ser completamente sincero, nunca he asistido a una iglesia que esté verdaderamente llena del Espíritu. En el Libro de los Hechos vemos un cuadro de una iglesia llena del Espíritu. Los líderes se reunían diariamente para orar y, en el camino a la oración, ¡sus sombras sanaban a los enfermos! Sus ofrendas fueron para alimentar a los pobres. Por su sentido de amor y comunidad, tenían todas las cosas en común. En esa atmósfera, la iglesia creció exponencialmente.<br /><br />Sé que algunos están pensando: "Mi iglesia se está acercando a este ejemplo". Oh, olvidé mencionar que en una iglesia llena del Espíritu, si mentías, morías (ver Hechos).<br /><br />Verá, no aceptemos que estamos más avanzados espiritualmente de lo que estamos. Dios desea llevarnos más lejos, más profundamente, hacia la vida eterna. Tener un don espiritual no significa que estás lleno del Espíritu Santo. Nacer de nuevo no significa que también estés lleno del Espíritu. Nunca he conocido a una persona verdaderamente madura espiritualmente que estuviera ansiosa. Nadie que esté nervioso por el tiempo puede verdaderamente ser guiado por el Espíritu Santo.<br /><br /><b>¿A dónde vamos desde aquí?</b><br />En nuestra búsqueda de caminar en la vida eterna, debemos permitir que el Espíritu Santo explore nuestro corazón. Si queremos sintonizarnos con el canal de Dios, debemos desconectarnos del "canal del yo", donde existen las ansiedades, los miedos y los pecados.<br /><br />Quiero un corazón que pueda escuchar a Dios; Quiero percepción que pueda ver a Dios. Nos parecemos demasiado al mundo. ¿Cómo rompemos esto? Pasa tiempo con el Espíritu Santo. Pídele que le hable a tu corazón y luego escribe lo que sientes que te está diciendo. Si queremos más de Dios, debemos cultivar la conciencia de Su presencia y, especialmente, escuchar Su voz.<br /><br />También debemos tener fe y creer que el Espíritu está aquí para ayudar. Zacarías 4:6 nos enseña que no es por nuestra fuerza o poder, sino por el Espíritu del Señor que tenemos éxito. Hechos 2:17 nos dice que en los últimos días Dios busca derramar Su Espíritu sobre toda carne. Me encantan las palabras "derramar". ¡Debemos dejar de pensar en miniatura y pensar en las Cataratas del Niágara!<br /><br />Es hora de salir de la caja llamada "tiempo" y vivir en el Espíritu. No estoy sugiriendo que usted se vuelva poco confiable o llegue tarde a sus citas, sino que se entregue a aprender, a escuchar la voz de Dios y a vivir en Su presencia. Si eres uno de los elegidos de Dios en los últimos tiempos, entonces es hora de superar las presiones del tiempo y caminar en la vida eterna de Dios.<br /></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-21066260485297831532024-03-01T10:00:00.003-06:002024-03-05T08:36:53.474-06:00Cuidado con el espíritu de contienda<p>Por Francis Frangipane<br /> <br />No es necesario hacer una búsqueda exhaustiva para tomar conciencia del espíritu de contienda que prevalece en nuestro mundo. Nuestro mundo es tal como Jesús lo advirtió: "se ha levantado nación contra nación, y reino contra reino" (Mateo 24:7).<br /><br />Sin embargo, no necesitamos estar familiarizados con los acontecimientos mundiales para que esta invasión de conflictos nos afecte personalmente. La iglesia misma ha tenido tanto conflicto que muchos ahora identifican la capacidad de crear división como una virtud valiente y honorable. Ni siquiera el hogar es seguro, ya que vemos que las tasas de divorcio en el mundo occidental se han disparado en los últimos 60 años. ¿Y quién no está familiarizado con la fenomenal ruptura de las familias y la reciente agitación en nuestro mundo?<span></span></p><a name='more'></a><br />El conflicto ha sabido afectarnos a todos. Amados, debemos reconocer que hay una guerra que se libra contra las relaciones. Nos está golpeando en todos los niveles, y cuanto antes afrontemos este hecho, más rápido podremos ganar nuestra guerra contra él.<br /><br /><b>Origen de la contienda</b><br />Hay muchas fuentes que contribuyen a los conflictos: ambiciones personales, celos y miedo, por nombrar algunas. De hecho, Santiago nos dice que "donde hay celos y ambiciones, allí hay desorden y toda clase de maldad" (Santiago 3:16). Mirar con envidia el papel que otra persona desempeña crea un mundo de "desorden y maldad". David, aunque ungido rey dos veces por Samuel, nunca buscó el lugar del rey Saúl; Juan el Bautista, aunque el más grande de los profetas, nunca tuvo celos del ministerio de Jesús.<br /><br />Santiago nos dice que la lucha engendrada por los celos y la ambición egoísta es "terrenal, natural y demoníaca" (Santiago 3:15). Por lo tanto, para superar los conflictos, debemos reconocer los dos frentes principales en los que avanzan los conflictos: nuestra naturaleza carnal y el reino demoníaco, y la voluntad demoníaca manipulará la carne en todas las formas que pueda.<br /><br />Para repeler este ataque, es vital que busquemos la humildad. Todos somos vulnerables al engaño. La capacidad del enemigo para engañar, francamente, es asombrosa. ¡Recuerde que Lucifer engañó a un tercio de los ángeles, convenciéndolos de que podían ganar una guerra contra su Creador! Estos mismos ángeles habían visto galaxias ser creadas por la palabra que salió de la boca de Dios, pero fueron seducidos por un profundo engaño. Asumir que no podemos dejarnos engañar es en sí mismo un engaño. Por eso debemos aprender a ser "prestos para oír, tardos para hablar y tardos para la ira" (Santiago 1:19). De hecho, mantener un corazón humilde ante el Señor es la mejor arma que podemos tener ante nuestro enemigo.<br /><br />Job 41:15 revela que las "escamas" que protegen a Satanás (llamado Leviatán en este capítulo) están hechas de orgullo. El orgullo es lo que "protege" a Lucifer y le impide arrepentirse, y es el orgullo dentro de nosotros lo que también previene que nos arrepintamos. ¿Qué hubiera pasado si Adán hubiera admitido que estaba equivocado en lugar de culpar a Eva? ¿Qué pasaría si Eva simplemente dijera: "Lo siento" en lugar de culpar al diablo? Gran parte de la separación de las relaciones en nuestro mundo se debe a que simplemente somos demasiado orgullosos para admitir que estábamos equivocados. Poder decir: "Me equivoqué, por favor perdóname" logra evitar muchos conflictos.<br /><br />Además, muchas peleas ocurren porque no logramos comprendernos o juzgamos falsamente basándonos en información insuficiente. El orgullo paraliza nuestras percepciones erróneas. En lugar de que la paz de Cristo nos guíe y proteja, reaccionamos en la carne. Una pelea a menudo no es más que un malentendido manipulado por el diablo hasta que dos reacciones se endurecen formando muros alrededor de nuestro corazón.<br /><br />" El que comienza la discordia es como quien suelta las aguas; Deja, pues, la contienda, antes que se enrede" (Proverbios 17:14). La lucha es como "soltar las aguas". Una vez que el agua cae sobre el suelo, es imposible recuperarla o deshacerla. Por eso Salomón advierte: "abandonad la riña". Puede haber otro momento en el que las cosas estén tranquilas, en el que puedas sentarte en paz y discutir lo sucedido, pero no se logra nada positivo en una discusión acalorada.<br /><br />Sin embargo, todavía hay otro componente del engaño y la contienda. Isaías 27:1 habla de la serpiente, llamándola nuevamente "Leviatán". Pero aquí se le identifica como "la serpiente que huye, Leviatán, la serpiente que se retuerce" (versión estándar en inglés). Isaías llama al diablo la "serpiente retorcida". Personalmente, me ha sorprendido cómo las palabras pronunciadas pueden de alguna manera retorcerse entre el momento que salen de mi boca y el momento en que llegan a los oídos de alguien. A veces la gente está segura de algo que he dicho y yo estoy igualmente seguro de que algo totalmente diferente salió de mi boca. ¿Te ha pasado alguna vez? Satanás es una "serpiente retorcida". Debemos ser conscientes de que tanto el hablante como el oyente pueden estar representando con precisión lo que se dijo y escuchó, pero que un espíritu retorcido se ha interpuesto entre esas dos (o más) personas para dividirlas.<br /><br />Si este es el caso, mantén la calma y simplemente repite lo que acabas de decir. Ora con tus compañeros y toma autoridad sobre la participación de los enemigos. Hagan lo que hagan, no reaccionen mal unos con otros. Leonard Ravenhill dijo una vez: "Si tu enemigo tiene un número de seguro social, tienes al enemigo equivocado". A menudo pensamos que el fruto del Espíritu, el "autocontrol", se refiere a no comer dos galones de helado de chocolate, pero es más que eso. El Espíritu puede controlar nuestra mente y emociones, nuestras reacciones e inseguridades. El fruto del Espíritu Santo se llama "dominio propio". De hecho, la Biblia nos dice que "el Dios de paz pronto aplastará a Satanás bajo vuestros pies" (Romanos 16:20).<br /><br />Por lo tanto, oremos contra los conflictos en todos los niveles, especialmente a medida que aumentan las tensiones. Recuerde también que Satanás se enfurece cuando sabe que le queda poco tiempo (Apocalipsis 12). Si podemos evitar reaccionar erróneamente ante el aumento del conflicto, encontraremos mayores avances esperándonos en todos los niveles.<br /><p></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-79053276552378072602024-02-23T10:00:00.002-06:002024-02-27T14:05:48.242-06:00El peligro de la carne religiosa<p>Por Francis Frangipane<br /> <br /><b>Dos tipos de conocimiento</b><br />Hay un tipo de conocimiento que es doctrinal, teológico e instructivo, y hay un tipo de conocimiento que nace de una revelación de Dios. Ambos se conocen como "verdad", ambos producen un cierto tipo de persona y ambos son aceptados como "cristianismo".<br /><br />Puedes estar seguro de que Dios quiere que tengamos doctrinas correctas, pero nunca debemos contentarnos simplemente con la acumulación de conocimiento correcto. Porque este conocimiento a menudo sigue siendo sólo un archivo de hechos religiosos; donde la Palabra de Dios es vista más como un museo que como una central eléctrica.<span></span></p><a name='more'></a><br />Cuando detenemos nuestro ascenso espiritual hacia Dios en la meseta del conocimiento doctrinal, nos convertimos en personas que en realidad nunca cambian. En cambio, nuestra vieja naturaleza simplemente pretende ser nueva. Cuanto más nos conformamos con el conocimiento intelectual, nuestro cristianismo comienza a degenerar en un espíritu religioso.<br /><br />Se necesita a Dios para cambiar nuestra naturaleza obstinada y rebelde. Y nuestro Dios poderoso no quiere que falsifiquemos nuestro cristianismo. Él quiere que seas real, donde el conocimiento de tu cabeza se convierta en la realidad de tu corazón. La verdad, desde el punto de vista de Dios, es más que doctrinas. Es la realidad.<br /><br />La diferencia entre la mera verdad doctrinal y la verdad de la revelación es que, con la verdad doctrinal, el corazón de un hombre puede ser engañoso, lujurioso y arrogante y aun así mantener una opinión teológicamente verdadera de Dios.<br /><br />Los fariseos tenían, más o menos, una opinión teológicamente verdadera de Dios, pero Jesús dijo interiormente que estaban llenos de "robo y desenfreno" (Mateo 23:25). Exteriormente parecían santos, pero todo lo que tenían era carne religiosa. Interiormente eran falsos.<br /><br />David conocía a Dios. Visitó la tienda de Dios, donde adoró y oró. De hecho, incluso después de pecar con Betsabé continuó la forma exterior de su relación, pero su corazón estaba lejos de Dios. Cuando se arrepintió, reconoció con reverencia a Dios: "Tú deseas la verdad en lo más íntimo de tu ser" (Salmo 51:6).<br /><br />La verdad doctrinal tiene una ilusión sobre sí misma: la ilusión es que el conocimiento es lo mismo que la rectitud. No lo es. Todos conocemos personas que son criticonas, críticas y chismosas, pero que son capaces de mantener todas las doctrinas adecuadas sobre el amor. Cuando hablan mal de las personas lo hacen con osadía, sintiendo que están sirviendo a Dios.<br /><br />Lo que esta gente tiene se llama "carne religiosa". Por otra parte, la verdad que viene por revelación siempre produce un cambio; siempre nos deja menos seguros de nosotros mismos, más dependientes de Dios y más amorosos hacia los demás.<br /><br />Para derribar las viejas formas de pensar, Dios debe penetrar y eliminar la arrogancia que protege nuestra ignorancia. Debemos perder la confianza en nosotros mismos y volvernos confiados en Dios. Para quebrantarnos, Dios debe confrontarnos.<br /> <br /><b>La espada de Dios</b><br />La forma principal en que cambiamos es a través de la palabra de Dios fortalecida por el Espíritu. Nuevamente, hay dos maneras de ver la Biblia: doctrinalmente o, como realmente es, una espada de dos filos. Cuando leemos la Biblia simplemente a nivel intelectual, podemos adquirir conocimiento, lo cual es bueno, pero ese conocimiento por sí solo nos deja intactos. Si no somos convencidos, desafiados o más perfectamente conformados a Cristo cuando leemos las Escrituras, puede ser porque tenemos un espíritu religioso que está limitando la penetración de la palabra de Dios en nuestra mente.<br /><br />Cuando el Señor se apareció al apóstol Juan en Pathos, Cristo se reveló con una "...espada aguda de dos filos" que salía de su boca; Sus ojos eran dos llamas de fuego. Necesitamos imaginarnos esto, porque la palabra de Dios es una espada. En cualquier medida que no lo veamos como tal, probablemente estemos sirviendo a un espíritu religioso y no al Espíritu Santo.<br /><br />Considere también la profecía de Simeón a María, la madre de Jesús. Él dijo: "...y una espada traspasará tu propia alma, para que se manifiesten los pensamientos de muchos corazones" (Lc 2:35). Note que Él no dijo: "...y aprenderá muchos datos útiles sobre la Biblia para que pueda ganar en Trivia Bíblica". Dijo que una espada traspasará tu corazón y hasta tus pensamientos sean revelados.<br /><br />Verás, cuando viniste a Cristo, no viniste a una religión, viniste a una Persona, una Persona que nos conoce tan bien como Él conoce Su propio cuerpo. Él expone nuestros corazones: ilumina esas áreas oscuras y secretas dentro de nosotros, no para condenarnos sino para liberarnos de las ataduras del pecado y el engaño.<br /><br />Quizás digas: "Bueno, necesito oír que el Señor me ama". Sí, esa es la verdad central que más cambia la vida en la Biblia. Sin embargo, Jesús dice que a los que ama, los reprende y los disciplina. Luego nos dice que seamos celosos y nos arrepintamos (Apocalipsis 3). Su amor no está en un estante en algún lugar, apartado de nosotros hasta que nos lastimemos. No. Su amor es lo que motiva Su palabra cuando habla a nuestros corazones para liberarnos.<br /> <br />Considere cómo se describe la Palabra a sí misma: "La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu, hasta las coyunturas y los tuétanos, y capaz de discernir los pensamientos y las intenciones del corazón" (Hebreos 4:12).<br /><br />Debería ser normal que descubras áreas que Dios quiere cambiar. Es típico del verdadero cristianismo ver de repente que has tenido pensamientos equivocados o que las intenciones de tu corazón han sido carnales. La voz que sondea tu corazón no es el diablo; es Dios. Él quiere liberarte de la carne religiosa.<br /> <br />Sostenidos por la revelación de Cristo<br />Cuando Dios llamó a Abraham, lo llamó a cumplir una promesa asombrosa. Aunque Abraham era viejo y no tenía hijos, Dios le dijo que iba a ser "padre de muchas naciones". Transcurrieron veintiséis años desde el primer encuentro de Abraham con Dios hasta que nació su hijo, y durante todo el proceso de muchos altibajos, la Escritura dice: "...y Abraham creyó a Dios".<br /><br />Permítanme dejar esto muy claro: Abraham no sólo creía que había un Dios; no, Abraham creyó lo que Dios le había dicho personalmente. Tuvo un encuentro con la palabra viva de Dios que, como una espada, traspasó su corazón. Abraham no sólo tenía una religión acerca de Dios, sino que recibió una promesa sobre la cual construyó su vida.<br /><br />La fe que nos salva es una respuesta viva a la palabra que Dios nos habla. Cualquier cosa que diga la palabra sobre el reino de Dios, Su poder, Su gracia y Su capacidad para cambiarnos, ¡debemos aceptarlo y creerlo!<br /><br />La carne religiosa se ocupa de pretender ser (o parecer) bueno. El alma espiritual tiene su enfoque en la grandeza de Dios, creyendo que lo que Dios ha prometido, también lo puede realizar (Romanos 4:21).<br /><br />¡Tu experiencia con el cristianismo nunca será sostenida por algo que no sea una relación en desarrollo con Jesucristo! ¡La fuerza del cristianismo es Cristo! Cuando estés cansado, Él te dice ven a Él (Mateo 11:28). Cuando tengas hambre, ven a Él. ¿Sediento? Ven a Él. Para todo lo que necesitamos, Él es el camino, la verdad y la vida.<br /><br />Si no logro inspirarte a acercarte más al Señor cuando escuchas de Él y eres sostenido por Él, he fracasado en mi ministerio. La carne religiosa está convencida de que el crecimiento se mide en hechos religiosos. La verdadera espiritualidad, sin embargo, se mide en la profundidad de nuestra hambre de Dios, donde nuestra alma jadea "por el Dios vivo" como el ciervo jadea por el agua.<br /><br />La carne religiosa nunca heredará el reino de Dios, pero un corazón decidido a ser real con Dios encontrará la plenitud de Dios esperándolo.<br /> <br />Oremos:<br /><i>Señor, profundiza en nosotros. Ayúdanos a escuchar Tu palabra hablándonos cuando vengas a excavar nuestra alma de pensamientos y actitudes injustas. Líbranos de la carne religiosa y condúcenos a la plenitud de tu Espíritu. En el nombre de Jesús.</i><br /><br /><p></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-18591487182031619572024-01-26T10:00:00.002-06:002024-02-27T14:06:12.745-06:00El verdadero avivamiento: Ser como CristoPor Francis Frangipane<br /><br />Debemos tener tres estándares fundamentales como creyentes. Uno es ser gente de oración. Eso significa que nuestros corazones están posicionados para permanecer en la brecha en oración entre el juicio y la misericordia de Dios. Nuestro objetivo más sincero es manifestar la intercesión de Cristo mismo, donde la misericordia triunfa sobre el pecado en lugar de que la ira divina destruya a los pecadores.<br /><br />Otra de nuestras metas es alcanzar la mansedumbre de Cristo. Esta siempre será una meta porque en el momento en que asumimos que la hemos alcanzado; en realidad lo hemos perdido. Sin embargo, poseer la humildad de Cristo sigue siendo una pasión eterna en nuestro espíritu. Sin humildad, no podemos ver con claridad lo que nos falta de sustancia espiritual. La humildad nos permite crecer en todas las demás virtudes y dones que vemos manifestados en Jesús.<span><a name='more'></a></span><br />Sin embargo, el centro mismo de nuestra visión debe ser alcanzar el carácter y el poder de Jesucristo. La humildad nos ayuda a ver lo que nos falta; la oración nos ayuda a apropiarnos de la provisión de Dios para esa necesidad. Sin embargo, la meta precisa es la revelación completa del Hijo de Dios manifestada dentro de un cuerpo de muchos miembros.<br /><br />La gente define el éxito de muchas maneras: rango de influencia, almas salvadas, iglesias iniciadas, etc. Sin embargo, para mí la definición de una vida exitosa se mide en cuán verdaderamente transformados estamos a la semejanza de Cristo. Cuando somos perseguidos, ¿oramos? Cuando nos atacan, ¿ponemos la otra mejilla? Cuando nos sentimos amenazados por lo imposible, ¿confiamos en Dios? Cuando somos crucificados, ¿perdonamos?<br /><br />Verá, la cuestión no es cuántas personas asisten a la iglesia, sino cuántas se están volviendo semejantes a Cristo. La evidencia del verdadero avivamiento no es si caemos, saltamos, rugimos o nos elevamos, sino qué tan parecidos a Cristo somos el lunes por la mañana cuando estamos en el mundo.<br /><b><br />Una meta</b><br />Lograr la semejanza de Cristo debe convertirse en nuestra vida. En su oración en Juan 17, Jesús dijo: "Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado". No podemos saber quién es Dios sin conocer primero a Jesucristo. Conocer a Cristo es conocer a Dios; Ver a Cristo y lo que Él hizo, es contemplar la belleza de Dios.<br /><br />Considere: el objetivo principal de Pablo no era convertir al mundo, sino revelar a Cristo al mundo. Nunca trazó un plan para escribir dos tercios del Nuevo Testamento. Nunca buscó ni siquiera llegar a ser apóstol. Su única pasión singular era conocer a Jesús.<br /><br />En su carta a la iglesia de Filipos, Pablo revela la causa interna de sus logros externos. Él escribe: " a fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte" (Fil. 3:10). Dijo que consideraba "Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo" (Fil. 3:8). Su amor y pasión por Cristo produjeron milagros, poder, virtud, revelación y conversiones de pecadores en el mundo.<br /><br /><b>Cuidado con los perros</b><br />Un cristiano maduro es aquel que ve la semejanza de Cristo como el verdadero objetivo de su salvación (Fil. 3:15). En contraste, Pablo advirtió a la iglesia que había metas que podían despertar un falso fervor religioso, lo que oscurecería nuestra visión de la transformación personal. Así, escribió: "Cuídense de esos perros, cuídense de los malos obreros, cuídense de la falsa circuncisión" (Fil 3:2).<br /><br />En el primer siglo, los perros no eran tanto mascotas como carroñeros, animales que se alimentaban de basura y desechos. De la misma manera, hay cristianos que siempre están olfateando lo que está mal, buscando lo que está corrupto. De hecho, se alimentan del conocimiento de los fracasos de otras personas. Pablo dice que tengamos cuidado con los perros. No te conviertas en un cristiano que se alimenta de basura.<br /><br /> También dice que tengamos cuidado con la "falsa circuncisión" y los "malos trabajadores". Según la Ley judía, la circuncisión de la carne era una de una larga lista de obligaciones dolorosas que eran necesarias para ser aceptadas por Dios. Pablo dice que todas esas obligaciones fueron cumplidas en Cristo. La verdadera circuncisión es algo que Dios hace en el corazón por el Espíritu (Romanos 2:29). Un trabajador malvado era aquel que, entre otras cosas, colocaba sobre el cristiano un yugo de esclavitud religiosa en lugar del yugo de Cristo.<br /> <br /><b>El verdadero objetivo</b><br />Llegará un tiempo en que toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor. Desde ahora hasta el cumplimiento de esa promesa, la iglesia será cada vez más parecida a Cristo. Nuestra pasión debe ser conocer a Jesús y llegar a ser como Él. Debemos alcanzar este objetivo mientras estemos en este mundo, no en el próximo. No será difícil llegar a ser semejantes a Cristo en el cielo; Dios nos quiere semejantes a Cristo en la tierra: en el trabajo, en nuestros vecindarios y en nuestras familias.<br /><br />La conformidad con Cristo es la promesa de Dios para cada uno de nosotros. Las Escrituras nos dicen que "todas las promesas de Dios, en Él son sí" y "amén" (2 Cor 1:20). Cualquiera que sea el motivo por el cual estás creyendo y esperando en tu corazón, Dios dice que la respuesta es "¡sí!" Así es como el Padre ama a su Hijo. Así de alto fue el precio que Jesús pagó por nosotros. Pero primero, si quieres las promesas, tienes que buscar la semejanza de Cristo, porque las promesas están "en Él". La primera promesa que Dios busca cumplir es la promesa de Su Hijo revelada a través de nosotros.<br /><br />El Padre, que nos conoce íntimamente, nos atrae continuamente hacia su conocimiento. Ésta es la esencia de toda verdadera experiencia espiritual. El viaje se describe en el Salmo 139:<br /> <br />“Oh Señor, tú me has examinado y conocido.<br />Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme;<br />Has entendido desde lejos mis pensamientos.<br />Has escudriñado mi andar y mi reposo,<br />Y todos mis caminos te son conocidos”.<br /> <br />La palabra traducida "escudriñar" significa literalmente "aventar" en el sentido de separar o filtrar. Dios avienta nuestro camino. Cuando un agricultor avienta el grano, lo arroja al aire con su mezcla de paja y cáscara. Los granos de trigo o cebada caen amontonados en la era, mientras que la paja o los desechos son arrastrados por el viento. David está diciendo que esto es lo que Dios hace con nosotros. Él avienta nuestras vidas, permitiendo que el Espíritu Santo se lleve nuestra paja, de modo que lo que queda es el grano puro de nuestras vidas, reposando a Sus pies.<br /><br />Te digo, si realmente quieres ser como Cristo, Él te pondrá en circunstancias en las que tu única opción verdadera será llegar a ser como Él. Puedo pensar en muchas cosas que la gente me atribuye como virtud; preguntan: "¿Cómo conseguiste tal o cual cosa?" En realidad, no tuve elección. Todas mis otras opciones fueron eliminadas. En Getsemaní, a Jesús realmente se le podría haber quitado la copa del sufrimiento: 12 legiones de ángeles habrían acudido en su ayuda (no es que Él necesitara ángeles para salvarse). Sin embargo, salvarse a sí mismo de la cruz significaría que toda la humanidad estaría perdida. Sí, tenía una opción, pero salvarse a sí mismo no era realmente una alternativa. De la misma manera, Dios nos avienta hasta eliminar la paja, la carne e incluso el exceso de equipaje de nuestras vidas. Lo que queda es el elemento más precioso de nuestras vidas: Cristo en nosotros.<br /><br />En la historia del cautiverio de los israelitas, encontramos capataces crueles designados sobre ellos, que afligían a los hebreos continuamente (Éxodo 1:11). Sin embargo, el versículo 12 dice que cuanto más los afligían los capataces, más se multiplicaban y se dispersaban los israelitas. Así es con el Señor. Mientras más el enemigo busca afligirte en alguna batalla, más comienza Cristo a multiplicarse en tu vida y el carácter de Jesús se extiende por toda tu alma.<br /><br />En medio del aventamiento de Dios, debemos decidir ser como Jesús. Hay algo que sucede en lo más profundo de nuestro ser cuando decimos, inequívocamente, que nuestra visión y pasión es la búsqueda de la semejanza a Cristo. Cuando la conformidad con Jesús se convierte en la razón por la que vivimos, el verdadero avivamiento ha comenzado en nuestras vidas.<br /><br />frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-57605472181135646422023-12-15T10:00:00.004-06:002023-12-16T10:23:34.691-06:00Preparados para dios<p>Por Francis Frangipane <br /> <br />El último y gran movimiento del Espíritu Santo será distinguido por hombres y mujeres que han sido preparados por Dios y para Dios. <br /><br />Nos hemos entregado a orar por un avivamiento; hemos estudiado y descubierto el corazón del Señor por los perdidos. Sin comprometer las verdades básicas del evangelio, la gracia nos ha enseñado a hacer el mensaje de Cristo relativo a nuestros tiempos y necesidades. Sin embargo, a pesar de toda nuestra preparación, todavía tenemos que preparar nuestros corazones para Dios mismo.<span></span></p><a name='more'></a><br />Anhelamos ser enviados por el Todopoderoso para realizar alguna gran tarea: un milagro que haga que una ciudad se arrepienta o algún acto significativo de servicio. Sin embargo, la tarea más grande que le espera a la iglesia no es ser enviada por Dios sino venir a Él. <br /><br />De hecho, hemos asumido un papel extraño: nos creemos guardaespaldas del Señor. Armados con las doctrinas de nuestra fe, estamos preparados para defender a Cristo contra la blasfemia, la herejía o la desinformación. Sin embargo, al tratar de enfrentarnos a los herejes de nuestra época, nos hemos posicionado de espaldas al Todopoderoso. Si nos volviéramos y miráramos hacia Él, veríamos que Él no necesita que lo protejamos del hombre, y que el hombre nunca ha sido una amenaza para el Altísimo. De hecho, si dejáramos de esforzarnos, aunque fuera por un momento, descubriríamos que Su mirada nunca nos ha abandonado. Él espera nuestro amor indiviso. <br /><br />Por mucho que nuestros deseos de avivamiento y despertar espiritual hayan venido de Dios, estas pasiones no son más que el comienzo de una mente renovada, no el final. Al final de la era, la temporada de preparación no es para la cosecha, por muy importante que sea la cosecha; nuestra preparación es para el Señor. El volver nuestro corazón hacia Él debe trascender los espacios momentáneos de necesidad e incluso nuestra hora programada de oración. Es hora de entrar al lugar de la devoción sin distracciones. Porque es la mirada constante de la iglesia la que atrae el mayor placer de Dios y produce la mayor cosecha. <br /><b><br />Un enfoque simplificado </b><br />" El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo. Pero me temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también los sentidos de ustedes sean de alguna manera apartados de la sincera fidelidad a Cristo." (2 Cor. 11:2-3). <br /><br />A lo largo de los años, hemos desarrollado una serie de programas, actividades de extensión y ministerios, todos diseñados para atraer personas a la iglesia y convertirlas en mejores cristianos. Varios de estos esfuerzos el Señor los ha bendecido; a algunos los ha adaptado y utilizado; mientras que, a otros, en verdad, simplemente los ha ignorado. <br /><br />Sin embargo, cuanto más nos acerquemos al fin de los tiempos, menos podrá la iglesia depender de algo que no sea Cristo mismo. Incluso ahora la unción sobre nuestras innumerables actividades y programas está disminuyendo silenciosamente. A pesar de la multiplicidad de nuestras ideas, antes de que Jesús regrese la iglesia sabrá simple e inequívocamente que: no hay sustituto para Dios. <br /><br />A medida que se acerca el día del Señor, el Espíritu Santo refinará cada vez más nuestro enfoque y elevará nuestra atención a nuestro mayor propósito: la revelación de Cristo dentro de nosotros. Es el fruto de Cristo revelado a través de la iglesia lo que la gran cosecha de los últimos tiempos está esperando. <br /><br /> ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ <br /><br />Adaptado del libro de Francis Frangipane, <i>Los días de su presencia</i>, disponible en <a href="http://www.arrowbookstore.com">www.arrowbookstore.com</a>. <br /><br /><p></p>frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-7306362146263353517.post-59638652138811680452023-11-03T10:00:00.001-05:002023-11-03T10:00:00.146-05:00El modo guerraPor Francis Frangipane<br />
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Tenía diecisiete años, en mi último año de secundaria, y estaba sentado un poco despatarrado en mi escritorio, cuando un estudiante enojado, de casi el doble de mi tamaño, entró en el salón. Hecho una furia, se apresuró hacia donde yo estaba sentado, me agarró del cuello y comenzó a reacomodar mis características faciales con su puño.<br />
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Alguien había escrito un comentario poco apropiado en el interior de su carpeta, y lo había firmado con mi nombre. Obviamente, algo más estaba ocurriendo dentro de la vida del gran muchacho que nadie había advertido. Cualquiera fueran las otras frustraciones que se le habían acumulado en su corazón, su propósito inmediato era evacuar su furia con el ultimo ofensor, quien él consideraba ser yo.<br />
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Debería asimismo mencionar que en ese momento yo era de baja estatura y pesaba unos escasos sesenta kilos. Yo no era un joven al que le gustaran las confrontaciones y había, de hecho, desarrollado diversas inteligentes maneras de evitar los conflictos mientras todavía aparecía relativamente audaz entre mis amigos. Sin embargo, no importa cuál sea la filosofía de uno en cuanto a la violencia física cuando se está en una pelea, especialmente con un gigante enojado. El grandote quería sangre. Rápidamente me di cuenta de que, si era que este ataque iba a terminar, iba a ser porque pondría todo mi corazón en defenderme.<br />
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Una vez que acepte que no tenía otra opción más que pelear, algo increíble sucedió dentro de mí. En vez de mis temores empeorar, en realidad se desvanecieron. La energía que se consumía en el temor, de pronto se reciclaba y se ponía a disposición de mi defensa. En ese momento, inesperadamente, descubrí otra dimensión dentro de mi alma: el modo guerra.<br />
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Sinceramente, ni siquiera sabía que tuviese un comando o una función de guerra en mi interior, pero cuando el grandote se agacho para tomarme para el “segundo asalto”, mi instinto de pelea se activó. Había resultado fácil para el lanzarme cuando yo no ofrecía resistencia, pero me levanté de un salto y lancé un puñetazo que fue a parar en medio de su nariz. El retrocedió un paso. Lo golpee dos o tres veces más y me lance sobre él cuando se tambaleo; derribándolo al suelo y noqueándolo con un puñetazo final. Admito que es posible que, como reflejo, el haya tropezado con una silla que se encontraba detrás y mi golpe no haya tenido nada que ver con su caída, pero eso no importó. Cuando su espalda toco el piso, hubo un siciliano de 60 kilos sobre él.<br />
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Para ese entonces, los otros alumnos intentaban sacarme a mí de encima de él. Salía sangre de su nariz, y sus amigos me llamaban patotero. Cuando el maestro entro al salón, todo hacía parecer como si yo fuera el agresor y el grandote la víctima, acobardado por mi implacable ataque.<br />
Casi no me gradúo por causa del incidente, pero eso no me importaba. Algo dentro de mí había cambiado. Había encontrado el interruptor que activaba el modo guerra. No estaba ahora en busca de peleas, pero tampoco tenía ya miedo de ellas.<br />
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<b>La pasividad no es la paz</b><br />
¿Por qué le estoy contando esta historia? En primer lugar, no es porque piense que la violencia física sea la respuesta a nuestros problemas. A menos que pertenezcamos al ejército o a la fuerza pública, la violencia física no es la respuesta de Dios a lo que nos perturba. Conté este incidente para enfatizar que existe un “modo guerra” en cada uno de nosotros. Puede que usted se encuentre enfrentando un enemigo mayor que usted – quizá sea pecado o ataques demoniacos, o quizá sus hijos se están alejando de Dios, o su comunidad o iglesia este en declive espiritual- pero llega un momento cuando el vivir bajo opresión ¡no es para usted más aceptable! Es en el momento que usted dice “¡suficiente!” que Dios comienza a activar dentro suyo el modo guerra.<br />
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Pablo dijo que las armas de nuestra milicia no son carnales, sino ¡poderosas! (Ver 2 Cor. 10:4) Necesitamos tomar “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Pelear por justicia no es un estado avanzado del desarrollo espiritual; en realidad es básico. Todos necesitamos aprender a orar, a tomar autoridad espiritual, y a proclamar la Palabra de Dios con fe. No podemos ser intimidados por las amenazas de nuestros enemigos mientras nos paramos contra los avances de las tinieblas.<br />
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Vea, demasiadas personas se han programado para una falsa paz, el cual es el resultado del compromiso y el miedo. Dios quiere que tengamos verdadera paz, la cual proviene de la fe en Cristo y la victoria sobre el mal.<br />
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Hoy en día muchos están debilitados por los eventos mundiales. Parte de ese debilitamiento proviene de corazones divididos. Debemos superar nuestra renuencia a enfrentar a nuestros enemigos. Deje de preocuparse sobre hacer enojar al diablo y enójese usted mismo- ¡airéese, pero no peque! Hay un legítimo “tiempo de guerra” (Eclesiastés 3:8) y en él nos encontramos.<br />
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Cuanto antes pulsemos el botón que activa “el modo guerra”, más rápido encontraremos la determinación moral que necesitamos para vencer la opresión personal y asegurarnos la victoria. Y al ser cambiados, podemos comenzar a influenciar el mundo a nuestro alrededor. Por tanto, reprenda la pasividad y tome autoridad sobre la auto compasión. Dios le dará la gracia necesaria para prevalecer.<br />
Considere asimismo la revelación de Isaías acerca del Señor. El profeta escribió: "Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos.” (Isa. 42:13).<br />
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<i>El Señor es un guerrero y desea que también usted se torne en un guerrero. Sacúdase el desánimo y regrese a la Palabra de Dios. Si fue derribado, levántese. Es tiempo de reactivar su modo guerra.<br /> Maestro, me sujeto a Tu unción para la guerra. Renuncio a ser un cobarde o a abrazar una paz falsa basada en el compromiso. Me sujeto al combatiente que hay en Ti, quien santifica al combatiente que hay en mí. En el nombre de Jesús. Amén.</i><br />frangipane.org/messageshttp://www.blogger.com/profile/10378205780527218537noreply@blogger.com