Por Francis Frangipane
"¡En aquel día sólo el SEÑOR será exaltado!" – Isaías 2:11
Normalmente preparo mi sermón del domingo con unos días de antelación, pero esta semana fue diferente. Durante toda la semana los cielos parecieron de bronce. Llego la mañana del sábado y todavía estaba a fojas cero. Nada parecía cobrar vida. Ahora era ya sábado a la noche y me encontraba surcando el suelo en busca de Dios. “Señor,” pregunté, “¿Cuál es el mensaje para mañana de mañana?” “¿Que tema quieres que trate?”
Una docena de ideas cruzaron mi mente, merodeando momentáneamente en mi imaginación, y desapareciendo sin unción alguna de la misma forma en que llegaron. Me fui a la cama en oración. Al despertar el domingo a la mañana, mi oración aún estaba en mis labios.