Por Francis Frangipane
Como hemos dicho muchas veces, nuestro destino es, en primer lugar, alcanzar la semejanza a Cristo. En el camino, nos quedaremos cortos; tendremos mucho que aprender, reaprender y desaprender; nos enfrentaremos a muchos obstáculos, pero nuestra visión de la vida no debe desviarse de este objetivo.
En el camino, habrá también maestros y ministros falsos. ¿Cómo podemos discernir lo verdadero de lo falso? En respuesta a esta importante pregunta, la Biblia misma ofrece una serie de pruebas fundamentales para autenticar la validez de las doctrinas de alguien. Una de las pruebas, en particular, proviene del apóstol Pablo. Él escribe: