Un corazón agradecido

Por Francis Frangipane

La calidad misma de su vida, ya sea que la ame o la odie, está basada en cuan agradecido está usted con Dios. Es nuestra actitud la que determina si la vida para usted es un lugar de bendiciones o de desgracia y miseria. De hecho, mirando a un mismo rosal, algunos se quejaran de que las rosas tienen espinas mientras que otros se regocijaran que las rosas vienen con espinas. Todo depende de su perspectiva.

Esta es la única vida que usted tendrá antes de entrar a la eternidad. Si usted quiere encontrar gozo, debe primero encontrar gratitud. Ciertamente, el que está agradecido por poco, disfruta mucho. Pero el alma desagradecida es siempre miserable, quejándose en todo tiempo. Vive fuera del abrigo del Altísimo.

Una casa de pensamientos

Por Francis Frangipane

Hay fortalezas satánicas sobre los países y las comunidades y hay fortalezas que influyen a las iglesias y a los individuos. Dondequiera que haya una fortaleza, hay un patrón de pensamiento inducido por el demonio. Específicamente, ésta es la “casa hecha de pensamientos” que se ha convertido en morada para la actividad satánica.

Quitándole  la armadura a Satanás
  “Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lucas 11:21-22).

Protección legal

Por Francis Frangipane

Hace aproximadamente dos mil años se emitió un decreto desde el trono de juicio de Dios. Este decreto otorgaba protección ¨legal¨ a la iglesia contra el diablo. De hecho, cuando Jesús murió por nuestros pecados el “gobernante de éste mundo” fue juzgado. Nuestras deudas fueron clavadas en la cruz de Cristo y canceladas; principados y potestades fueron desarmados (ver Juan 16:11, Col 2:13-15) Por Jesús, nosotros tenemos no solamente el derecho legal de ser protegidos del enemigo, sino a triunfar sobre él.

El sacrificio de Cristo fue tan completo y la decisión judicial de Dios sobre Satanás fue tan decisiva, que la protección divina, suficiente para cubrir aún a toda la iglesia de la ciudad, ha sido otorgada.