Preparados para dios

Por Francis Frangipane
 
El último y gran movimiento del Espíritu Santo será distinguido por hombres y mujeres que han sido preparados por Dios y para Dios.

Nos hemos entregado a orar por un avivamiento; hemos estudiado y descubierto el corazón del Señor por los perdidos. Sin comprometer las verdades básicas del evangelio, la gracia nos ha enseñado a hacer el mensaje de Cristo relativo a nuestros tiempos y necesidades. Sin embargo, a pesar de toda nuestra preparación, todavía tenemos que preparar nuestros corazones para Dios mismo.


Anhelamos ser enviados por el Todopoderoso para realizar alguna gran tarea: un milagro que haga que una ciudad se arrepienta o algún acto significativo de servicio. Sin embargo, la tarea más grande que le espera a la iglesia no es ser enviada por Dios sino venir a Él.

De hecho, hemos asumido un papel extraño: nos creemos guardaespaldas del Señor. Armados con las doctrinas de nuestra fe, estamos preparados para defender a Cristo contra la blasfemia, la herejía o la desinformación. Sin embargo, al tratar de enfrentarnos a los herejes de nuestra época, nos hemos posicionado de espaldas al Todopoderoso. Si nos volviéramos y miráramos hacia Él, veríamos que Él no necesita que lo protejamos del hombre, y que el hombre nunca ha sido una amenaza para el Altísimo. De hecho, si dejáramos de esforzarnos, aunque fuera por un momento, descubriríamos que Su mirada nunca nos ha abandonado. Él espera nuestro amor indiviso.

Por mucho que nuestros deseos de avivamiento y despertar espiritual hayan venido de Dios, estas pasiones no son más que el comienzo de una mente renovada, no el final. Al final de la era, la temporada de preparación no es para la cosecha, por muy importante que sea la cosecha; nuestra preparación es para el Señor. El volver nuestro corazón hacia Él debe trascender los espacios momentáneos de necesidad e incluso nuestra hora programada de oración. Es hora de entrar al lugar de la devoción sin distracciones. Porque es la mirada constante de la iglesia la que atrae el mayor placer de Dios y produce la mayor cosecha.

Un enfoque simplificado

" El celo que muestro por ustedes proviene de Dios; ustedes son como una doncella pura, a la que he comprometido en matrimonio con un solo esposo, que es Cristo. Pero me temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también los sentidos de ustedes sean de alguna manera apartados de la sincera fidelidad a Cristo." (2 Cor. 11:2-3).

A lo largo de los años, hemos desarrollado una serie de programas, actividades de extensión y ministerios, todos diseñados para atraer personas a la iglesia y convertirlas en mejores cristianos. Varios de estos esfuerzos el Señor los ha bendecido; a algunos los ha adaptado y utilizado; mientras que, a otros, en verdad, simplemente los ha ignorado.

Sin embargo, cuanto más nos acerquemos al fin de los tiempos, menos podrá la iglesia depender de algo que no sea Cristo mismo. Incluso ahora la unción sobre nuestras innumerables actividades y programas está disminuyendo silenciosamente. A pesar de la multiplicidad de nuestras ideas, antes de que Jesús regrese la iglesia sabrá simple e inequívocamente que: no hay sustituto para Dios.

A medida que se acerca el día del Señor, el Espíritu Santo refinará cada vez más nuestro enfoque y elevará nuestra atención a nuestro mayor propósito: la revelación de Cristo dentro de nosotros. Es el fruto de Cristo revelado a través de la iglesia lo que la gran cosecha de los últimos tiempos está esperando.

 ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~ ~

Adaptado del libro de Francis Frangipane, Los días de su presencia, disponible en www.arrowbookstore.com.