Por Francis Frangipane
Satanás teme a la virtud. Le aterroriza la humildad y la aborrece. Ve a una persona humilde y siente escalofríos por la espalda. Se le paran los pelos cuando los cristianos se arrodillan, porque la humildad es rendir el alma a Dios. El diablo tiembla ante el manso, pues en las mismas áreas donde una vez tuvo acceso ahora se levanta el Señor y Satanás le tiene terror a Jesucristo.
¿Realmente contra quién luchamos?
Antes de lanzarnos en la lucha espiritual debemos reconocer que la fuente inmediata de muchos de nuestros problemas y opresiones no es demoníaca, sino carnal en su naturaleza. Un aspecto de nuestra vida, nuestra naturaleza carnal, siempre será blanco del diablo. Estas áreas carnales suministran a Satanás una avenida de acceso lista para minar y luego neutralizar nuestro caminar con Dios.
La fortaleza del piadoso: la humildad
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