Por Francis Frangipane
No podemos avanzar espiritualmente sin fe y sin humildad. De hecho, fe sin humildad se torna inevitablemente en presunción, mientras que la humildad sin fe nunca va más allá de la opresión.
Considere: en parte, la naturaleza de la fe es poseer las promesas de Dios. El Omnipotente mando a Israel a poseer la Tierra Prometida. Las escrituras nos dicen que sin fe es imposible agradar a Dios y que lo que sea que se haga sin fe, es pecado (Heb. 11:6; Rom. 14:23). Así, la fe une el corazón humano con Dios. Como resultado, el pecador se apropia de la justicia de Dios, y aquellos que estaban muertos ganan acceso a la vida de Dios. El cristianismo sin fe es como una computadora sin electricidad; los circuitos del “conocimiento correcto” pueden estar en su lugar, pero no hay luz, ni electricidad ni funcionalidad.